jueves, 13 de septiembre de 2012

Me equivoco, luego existo

En medio de los grandes acontecimientos (de vital trascendencia) que han sucedido en España al término del verano como son el Ecce Homo de Borja y el vídeo (subido de tono) de la concejal de Los Yébenes, Olvido Hormigos… Una se para a pensar ¿en qué país vivimos? Han sido varias las conversaciones que, ya sea en tono de humor, indignación o sosiego, han girado entorno a estos sucesos. Y tras tanta charla insustancial llegamos a un denominador común en ambos casos (y por desgracia, que se repite día tras día en otros temas y circunstancias). Me refiero al linchamiento al que se ven sometidos ciertos individuos y el saco de boxeo en el que parece que se han convertido las redes sociales.


No negaré que Twitter y Facebook, entre otros, han acercado a ciertas compañías, entidades, individuos o comunidades a la gente, superando barreras e intermediarios… hasta aquí estoy de acuerdo. Estoy a favor de la crítica constructiva y con criterio… pero, debemos tener presente que errar es humano. Que todo el mundo puede equivocarse… Y no me refiero al chorizo que ha estafado a familias enteras sino a  aquel que ha confundido un país por otro, ha tenido un lapsus en geografía, historia, cálculo o física, por poner un ejemplo… O aquel que queriendo hacer una acción desinteresada termina siendo la mofa de todo un país, por no hablar del mundo entero… ¿De verdad alguien piensa que la pobre Cecilia, vecina del pueblo de Borja y seguramente una feligresa que cuida y se encarga de que la iglesia esté limpia y a punto para las homilías, quería hacer algún mal a una pintura que si bien religiosa, tampoco era un Velázquez?



¿Por qué la gente se toma tanta libertad de opinar y criticar de forma desmesurada sobre los actos de los demás y se oculta tras alias o, peor aún, en el más absoluto anonimato?
Creo que con tanta tecnología nos estamos deshumanizando o la gente no lee dos veces lo que escribe… porque puede que si alguna vez más de uno pensara cómo le sentaría oír de sí mismo lo que manifiesta de los demás… posiblemente no lo escribiría.



En una sociedad tan falta de afecto, creo que la comprensión es una cualidad que no debemos desatender. Todos erramos, TODOS. Y de nuestros errores aprendemos, aunque haya ocasiones que como dice el dicho (o puede que la canción) “tropecemos de nuevo con la misma piedra”. Sea como sea, basta de linchamiento, basta de mofa o de insulto hacia el prójimo, y más de forma popular, sin límites y tras la pantalla de un ordenador…  Soy la primera de reírme de mi misma, de errar y equivocarme, porque esto me hace cada día estar viva e intentar superarme… pero NO, POR FAVOR, LAPIDACIÓN NO. Recapacitemos un poco y quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.

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